El último rastro que seguimos era la huella del oso polar. El horizonte comenzaba a ponerse rojo y en un par de horas tendríamos que estar bajo techo.
Me daba tanta pena que apenas podía respirar.
-Amo a ese animal
-Lo se, yo también.
El viento del ártico nos limpiaba la cara y con eso las ultimas gotas de vacías que quedaban en nuestros cuerpos.
Después de eso, el mundo cambio.
whiskey de dios
Hace 5 años